La exposición tiene verdadero interés y merece visitarla con detenimiento. Me refiero a la que José Ramón Magallón Sicilia y Sylvia Pennings ofrecen bajo el título “Entropía” que , por cierto, no identifico plenamente con lo expuesto, aunque comprenda la libertad para elegir epígrafes e incluso admita amplias dosis de arbitrariedad al hacerlo. Pero debo comentar el término. Si se toma en el sentido de la termodinámica, designa lo que sirve para evaluar la degradación de energía de un sistema. No creo que proceda a limitarla a medida del desorden. Y tampoco encuentro a ninguno de los dos artistas desorganizados. Por otra parte, la entropía quizas nos aporte más en el aspecto sociológico, como incertidumbre esobre la naturaleza de un mensaje. Y las dos propuestas se calificarían de rigurosas, si bien libres.

Tales conceptos, acaso sugerentes, ayudan poco a ver, interpretar o disfrutar las obras. Pienso que cabría enfocarlas, en cambio, por contraposición y no por semejanza, a traves de de su temática y actitud respecto al dinamismo. Los acrílicos de Sylvia Pennings, por lo pronto, son paisajes. Nacida en Ámsterdam, trae quizás ecos holandeses de un territorio llano, húmedo y hasta anegado, en cuya plenitud se inscreben perspectibas con el apoyo de árboles como únicos pobladores. Porque respiran tranquila. Silenciosa y hasta meláncolica soledad. Salvo por las penetraciones hacia el fondo, el movimiento lo proporciona el agua con sus ondulaciones y reflejos. El colorido responde con verdes vegetales y azules del cielo. Más algún otro aporte frío y ocasionales notas diversas. Mientras el grado de representación varía. La suma traduce una fresca actitud pitórica, ágil, limpia, sensible.

Carezco de datos previos sobre ninguno de los dos; pero intuyo que ella ha podido atravesar una etapa no figurativa. Lo que serviría de nexo para referirse a José Ramón Magallón Sicilia. Que anda por sus propios caminos, puesto que es abstracto geométrico. Tampoco aquí el azar me parece elemento clave, al modo del dadaismo. No detecto, en fin, “nuestra propicia madre la casualidad”. Se trata aquí de formas próximas a cuadriláteros o redondeadas que van por planos, tanto en telas como en papeles aunque en estos se acentúa el efecto por ir con pegados. En general se superponen sobre el fondo los antedichos motivos regulares y bandas paralelas –o viceversa- que aumentan las sensaciones dinámicas. Pueden añadirse pequeñas zonas aéreas. Recuerdan, en cierto modo, aquellas vanguardias llamadas generativas, porque sus elementos base generaban variaciones por movimientos, repetición o superposición. Aquí con frecuencia veremos blancos negros y grises; pero el color puede enriquecer los desarrollos. Su balance resulta inteligente, preciso y resuelto. Convence.