Hay artistas que se entregan a su oficio con la precisión de un monje, con el sentido de la belleza de un esteta, con el rigor de un topógrafo y con los fuegos irisados de un pirotécnico. Hay artistas de los que apenas sabemos nada, que viven aquí al lado y que buscan, obra a obra, la calma, el silencio, una parsimoniosa melodía de composición.

En el “Cuarto Espacio”, José Ramón Magallón presenta un proyecto muy sugerente y atractivo, Buzz, en el que hablan el color y el silencio, en el que restallan la música, el orden y el ritmo.

La muestra de Magallón arranca, en buena mediada, de un modo de concebir la pintura. Magallón, próximo a Vasarely y a los artistas mas puros de la geometría lírica, ha partido de una frase sobre El cementerio marino de Paul Valery, que alude a la Sorpresa, el Contraste, la Oscilación, la Distribución y la Pureza, así, con mayúsculas. De todo hay en su muestra, dispuesta con elegancia: exige respeto hacia esa búsqueda de perfección.

La muestra es muy especial, cuidada en todos sus detalles y tramos, y tiene una estupenda sorpresa final: una instalación en una habitación oscura, con el suelo en pendiente y un montón de “constelaciones” que penden del misterio de la noche. En Magallón Sicilia hay fuga y deriva, conciencia de la pintura, quintaesencia, temblor del color y contención de la forma, eliminación de anécdota. Pero también atmósfera de ruido, de vacío, de orden. Poesía de la inteligencia.