LA MATRIZ GEOMÉTRICA ALTERADA POR EL CAOS
Racionalidad geométrica e impulso vital mediante el caos invasor son dos condiciones que alimentan sin cesar una especie de cascada infinita configurada por la especie humana y el radiante espectáculo trazado por el cambiante ámbito animal, vegetal y mineral. Siempre como si ambas singularidades estuvieran atadas entre torbellinos sin medida lógica.
En dicho equilibrio camina la actual obra pictórica de José Ramón Magallón Sicilia, justo desde que la inició aquel año 2006 tras etapas entre espacios, planos difusos y temblorosas bandas. Un año que comienza el diáfano y doble eje entre geometría y caos, razón para que afirmara: Este año me ocurre algo inesperado. Al pintar siento un lastre acumulado durante años y una necesidad real de sencillez en mi vida que se va a poner de manifiesto en mi trabajo. Me siguen interesando los mismos conceptos pero he de vaciar para encontrar y no añadir para obtener. De ahí nace una pintura nueva, simple, sin ornamentos, pero heredera de las mismas necesidades de siempre, aunar lo geométrico y lineal con lo orgánico y libre. El primer cuadro que surge es “Rojo” y es el comienzo del trabajo que sigo desarrollando actualmente. Afirmaciones que ofrecen las claves de la presente obra pintada durante los años 2008 y 2009.
Se indicaba la combinación entre geometría y caos, como ámbitos refinados, exquisitos, y con fuerza controlada al borde de una matizada expresividad por su evidente dinamismo. Para tal combinación, tan precisa, se requiere un impulso con lógica racional y cierto dejarse llevar medido desde la intuición compositiva, pero con ambas singularidades acariciadas por un excepcional sentido del color.
Magallón Sicilia incorpora bandas paralelas y verticales a la base que, en algunos de sus últimos cuadros, se conjugan con otras más estrechas. Estamos, por tanto, ante la positiva proliferación de la sección áurea, aquí un rectángulo muy alargado, y su capacidad reguladora racional, de modo que, tal como indica José Manut Viglietti en una conocida publicación de 1959, se define como el ritmo paralelo con dominante vertical y ordenación simétrica. Bandas paralelas que, sin duda, corresponden a la geometría euclidiana, según manifiesta Priya Hemenway al resaltar que en la geometría euclidiana, las líneas paralelas nunca se cruzan y siempre están separadas por la misma distancia. Súmese la admiración del pintor por la naturaleza vegetal y un ritmo geométrico regido en muchas ocasiones por la citada sección áurea. Bandas, a todo esto, de cambiantes y hermosos colores, pero con la particularidad de que en cada cuadro son monocromáticas para eludir recargar la composición general.
Hasta aquí todo intachable, con lógica matemática. Pero, ¿cómo romper tanta racionalidad? Con otra poderosa matriz. El irregular cuerpo invasor del espacio geométrico, ese caos, adquiere tal relevancia que sin su poder cambiante, perfil rebeldía, cada obra habría sido el refugio de un intrascendente discurso pictórico. Cuerpo invasor ubicado en el fondo de cualquier lienzo, que provoca sutiles, etéreos y leves espacios proliferando por doquier. Su capacidad dinámica absorbente de espacios infinitos, porque así son en hipótesis las formas invasoras, es de tal magnitud que lo avasalla e impregna todo, hasta tal punto que son torbellinos rodeando el ámbito geométrico, pues basta detectar cómo las bandas paralelas desaparecen en algunas zonas, para quedar el recuerdo, la evocación, de aquella primera realidad con lógica euclidiana. Cuerpo invasor móvil sin perfil formal específico, pero también con formas seductoras por su implícita irregularidad independiente, que oscilan, por ejemplo, entre el matiz ondulante, la espiral y el óvalo, sin obviar cuando a veces la geometría respira en estado agónico como triunfo de la irracionalidad. Su condición dinámica, tal como se indicaba, jamás impide el equilibrio interior, pues su capacidad guerrera transpira organizada como si recibiera una orden específica del inconsciente. En realidad son azarosas redes internas mutantes, con el caos radical como generador de vida. ¿Serán mundos gestándose ante su condición geométrica aunque irregular? A sumar el cambiante y hermoso color, magia pura, que sin rubor, por vanidad nunca confesada, es capaz de aliarse con la irracionalidad cambiante, para adquirir similar trascendencia al servicio de cualquier aventura imprevista.
Antes esta intensa combinación entre racionalidad e intriga caótica, como si estuviéramos asistiendo a una poderosa e inacabable batalla sin sonido entre formas y colores, eco de la realidad humana, cabe preguntarse sobre el futuro pictórico de Magallón Sicilia, en el sentido de qué dirección tomará. Pregunta inútil por sus hipotéticas direcciones. Gobernará lo racional o desaparecerá, quizá siga con similar combinación y aportando novedades, pero lo que se vislumbra en sus muy recientes obras es un leve cambio que transcurre con natural armonía temporal. El caos medido, como único protagonista, es muy atractivo y posee un matiz de revelación interior sin lógica radical, también la geometría desde otros ángulos. De lo que estoy seguro es sobre su categoría, muy propia de un artista con serenidad ambiciosa en el acto pictórico, que se deja atrapar, cuando procede, por la natural exigencia del chispazo intuitivo.