La entropía se hace visible

A iniciativa de los directores de la galería A del Arte, las obras de Sylvia Pennings (Ámsterdam, 1961) y José Ramón Magallón Sicilia (Zaragoza, 1969) comparten escenario con el proyecto Entropía, dado el interés que los conceptos de orden y desorden ocupan en sus discursos pictóricos, de naturaleza plástica bien diferenciada, cuyo encuentro depara fructíferos resultados. Pennings y Magallón Sicilia citan la entropía más allá de definiciones de diccionarios al uso para adentrarse en el grado de incertidumbre del arte, imposible de medir, prevenir y regular de manera exacta.

 

En el debate sobre la entropía, la aportación de Robert Smithson fue decisiva en su ensayo Un recorrido por los monumentos de Passaic, Nueva Jersey, donde reveló la realidad entrópica de los paisajes industriales abandonados, al mostrar que es a costa del aumento de entropía en esos lugares como Manhattan mantiene sus reducidos niveles de degradación: «Passaic parece estar lleno de agujeros en comparación con la ciudad de Nueva York, que parece estrictamente empaquetada y sólida. Esos agujeros son, en cierto modo, los vacíos monumentales que definen, sin pretenderlo, los vestigios de la memoria de un juego de futuros abandonado». La investigación de Smithson evidenció la existencia de entropía haciendo visible el paso del tiempo, una variable junto a la de la degradación que, anota Javier García Germán, socavan la supuesta permanencia y estabilidad de las estructuras materiales y las conducen al territorio de las transformaciones irreversibles. Las cosas simplemente cambian de una situación a la siguiente: «No hay vuelta atrás», sentenció Smithson; una certeza que sume en la incertidumbre.

 

Sylvia Pennings y José Ramón Magallón Sicilia pintan la realidad entrópica de paisajes en metamorfosis; los de Pennings, ligados a los ritmos de la naturaleza cuyo tiempo es el geológico, y los de Magallón Sicilia, al surgimiento de un nuevo sistema determinado por interrelaciones y conexiones que permiten evolucionar en el tiempo hacia estados de mayor orden interno, sin desatender al grado de desorden del que participan en origen. Los paisajes de Pennings recogen el flujo del mundo en las pinceladas de colores hirientes que perfilan, horadan y cercan la tierra que tanto ha costado ganar al mar, en cuyas aguas hunden sus raíces los escasos árboles que sitúan el horizonte de una topografía plana. Todo es permeable en su pintura a la entrada del agua, de la luz y del aire. La luz y el aire perforan las formas elementales que ocupan los cuadros de Magallón Sicilia, en ocasiones dejando ver en su interior rastros de paisajes; al ritmo de la luz y del aire los elementos convocados se precipitan azarosos hacia un lugar indeciso, donde ya no hay vuelta atrás